Ritual de la apertura de la boca

  • Nombre: Fragmento del Papiro de Hunefer
  • Tipo de objeto: Papiro. Material:  Papiro, pintura
  • Medidas: 40 x 79 cm.
  • Datación: Reino Nuevo, Dinastía XIX. Circa 1285 a. C.
  • Procedencia geográfica y arqueológica: Egipto
  • Ubicación actual: Museo Británico.
  • Número de catálogo /inventario: G 16566, EA 9901.5, 1852,0525.1.5
  • Estado de conservación: Bueno, blanqueado en algunas partes

El libro de los muertos de Hunefer es un papiro con inscripciones en jeroglífico caligráfico y viñetas bellamente policromadas con diversos colores. Un marco rojo y amarillo bordea todo el contenido. Fue dividido en ocho fragmentos para su traslado (British Museum s.f.c). El papiro perteneció a Antoine Barthélemy Clot (1799-1867), cirujano en jefe en Egipto, bajo el gobierno de Muhammed Ali. Gran aficionado de Egipto, su colección se distribuyó a través del marchante H. Boone entre el Louvre, el Museo Británico y Marsella. Esta obra llegó al Museo en 1852 (British Museum, s.f.d).

El papiro se encontraba dentro de una estatua de madera osiriana (BM EA 9861). El papiro, por sus características y mención de Seti I, pertenece al Reino Nuevo, Dinastía XIX. Este es el fragmento 5 de la colección, donde se representa el ritual de la apertura de la boca, antes de introducir el sarcófago en la tumba. En él, se identifican también las fórmulas 17 y 23 del Libro de la Salida al día (British Museum, s.f.c).

Los papiros, comúnmente llamados “El libro de los muertos”, aparecen a principios del Reino Nuevo. Junto con los Textos de las Pirámides y los Textos de los ataúdes, forman parte de la cosmovisión funeraria egipcia que posee profundas vinculaciones (Allen, 2005, pág. 7). Todos son fórmulas y recitaciones para permitir que el difunto pueda acceder al más allá de forma satisfactoria. La diferencia estriba principalmente en el destinatario de los textos. El papiro de “la salida al día”, como se llama en realidad el libro de los muertos, debido a su accesibilidad, fue colocado en las tumbas de particulares, junto a la momia, para que tuviese efectos mágicos sobre el finado.

Cuando la procesión funeraria llegaba a la tumba tenía lugar un ritual denominado la “Apertura de la boca”. Familiares y sacerdotes participaban del rito. Un sacerdote lector recitaba las fórmulas, otro, con máscara de Anubis, custodiaba la momia. La esposa llorando encarnaba a la diosa Isis y el primogénito, como Horus, con un instrumento mágico, realizaba el acto de devolver la vida y los sentidos al difunto, para que pudiera ver, oír y hablar en el más allá. Un ritual muy complejo que abarcaba setenta y cinco pasos (Assmann, 2005, págs. 310-317).

Parece que este ritual inició como una forma de dar vida a la estatua del difunto y posteriormente se utilizó para consagrar todos los objetos de los templos, o incluso las momias, convirtiendo un objeto inanimado en un ser capaz de recibir la potencia de un dios (Assmann, 2005, pág. 313).

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