Ostracón de mujer amamantando

  • Tipo de objeto: Ostracón. Material: Piedra caliza
  • Medidas: 16.7 x 8.9 x 1.2 cm.
  • Datación: Reino Nuevo, Dinastía XIX- XX. Circa. 1295 a. C. – 1069 a. C.
  • Origen: Alto Egipto, Tebas, Deir- El Medina
  • Ubicación: Museo Británico. Número de registro: EA 8506, 1843,0507.121

La pieza pertenecía a la colección Belmore, y fue adquirida en 1843 por el Museo Británico. Somerset Lowry-Corry, segundo conde de Belmore (1774-1841), había excavado en Tebas y recogido una buena colección de obras (British Museum, s.f.g).

Este ostracón proviene de Deir el Medina, el poblado de artesanos de las tumbas de los reyes del Reino Nuevo. Es de piedra caliza y muestra un boceto para una pintura mural. En él se pueden apreciar dos registros, en el superior una mujer está sentada bajo unas enredaderas y está amamantando a un bebé. Va desnuda, con una capa que le cubre o una especie de cabestrillo para llevar al niño; porta sandalias, joyas y un cinturón; destaca su cabello atado en un moño sobre la cabeza. Se sienta en un taburete. En el registro inferior, se ve la cabeza y las manos de una sirvienta nubia que ofrece un espejo y un recipiente de kohl (British Museum, s.f.g).

Por las imágenes representadas en la caliza, el dibujo está clasificado como una escena del “pabellón del nacimiento” o “Wochenlaube”, donde se muestra a las mujeres recluidas durante y después del parto (Pinch, 1983, pág. 405). Según B.J. Kemp, estas ostraca tienen relación con las figuras amarnianas que se conocen como “concubinas”, pero que en realidad se trataría de figurillas de fertilidad (Pinch, 1983, pág. 406). Las figuras subsidiarias de este tipo de escena muestran danzarines, sirvientas, enanos, e incluso algunas figuras oscuras que se entienden como el ka del recién nacido, o monos amaestrados (Pinch, 1983, págs. 409-411). En este caso, la imagen claramente distingue a una sirvienta que, por sus rasgos y cabello, se puede identificar como nubia. El dios Bes, protector de la infancia y del gineceo, puede aparecer con ocas o patos cazados, representando que lo maligno no podrá acechar (Juaneda-Magdalena, 2013, págs. 99 n.288-289).

En ese pabellón, la parturienta se retira bajo la sombra, cuidada y embellecida por sirvientas y entretenida por danzarines. Allí, se retiraba al sentir los síntomas del inminente alumbramiento y se recluía con su hijo durante su cuarentena post parto, adaptándose a su nueva condición fisiológico-social. El esposo no le acompañaba en esos momentos, ya que el pabellón era un lugar de intimidad (Juaneda-Magdalena, 2013, pág. 163).

Este lugar, sería un espacio humilde y natural, equivalente a la estancia sagrada del Mammisi en los templos (Juaneda-Magdalena, 2013, pág. 195), construido con elementos vegetales, unas columnas y un techo cubierto por enredadera o planta convólvulo, asociada al amor y a la renovación de la vida (Juaneda-Magdalena, 2013, pág. 98 n.284).

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