Piedra de Rosetta

  • Tipo de objeto: Estela. Material: Granodiorita gris y rosa.
  • Medidas: 112.30 x 75.70 x 28.40 cm.
  • Datación: Época Ptolemaica. Circa 196 a. C.
  • Procedencia geográfica y arqueológica: Bajo Egipto, Delta del Nilo, Rashid (Rosetta)
  • Ubicación actual: Museo Británico. N. de catálogo /inventario: EA 24, BS.24

 

Esta monumental piedra fue descubierta durante la campaña egipcia de Napoleón, por un ingeniero francés llamado, Pierre Francois Xavier Mouchard, el 15 de julio de 1799, Fue hallada en la ciudad de El-Rashid o Rosetta, siendo bautizada con el mismo nombre. Cuando la descubrió, intuyó su importancia y cuando llegó la piedra al Cairo varios días después, todos ya sabían que se encontraban delante de la pieza clave para conseguir descifrar el jeroglífico egipcio. Rápidamente se corrió la voz de su hallazgo, se hicieron calcos, se mandaron a París y comenzó la carrera intelectual. El destino quiso que el ejército francés capitulase ante el británico. A pesar de los esfuerzos de los franceses por quedarse con los diferentes objetos encontrados en su campaña, la Piedra de Rosetta  y otros fueron parte de los botines de guerra británicos. Fue trasladada a Inglaterra y desde 1802 se muestra en el Museo que actualmente conocemos como Museo Británico (British Museum, s.f..f; Padró, 1997, pág. 21: Parkinson, 1999, pág. 20-21).

Esta roca es solo un fragmento de la estela que contiene un decreto del rey Ptolomeo V. Este mensaje oficial está escrito en tres diferentes escrituras: en la parte superior, el jeroglífico, se estima que tenía 29 líneas de las que solo quedan 14 líneas de escritura; en medio, el demótico (que era la escritura egipcia para propósitos cotidianos y que también era llamado “lenguaje del pueblo” con 32 líneas de escritura; y en la parte inferior, en griego antiguo (lengua de administración de los gobernantes, pues éstos eran greco-macedonios) con 54 líneas de escritura. Los jeroglíficos están grabados sobre la piedra caliza gris oscura con veteados rosados. Los signos, en el S. XIX, fueron cubiertos con tiza para resaltar la escritura, generando su contraste característico sobre el fondo oscuro de la piedra. Esta piedra trilingüe fue la clave para descifrar el jeroglífico al comparar el lenguaje conocido (griego antiguo) con los jeroglíficos (British Museum, s.f.f: Parkinson, 1999, pág. 23-24).

Sin embargo no fue un camino fácil. El inglés Thomas Young había dado los primeros pasos, pero fue en 1822 cuando Jean François Champollion consiguió descifrar esta escritura, descubriendo un sistema complejo que mezclaba una lectura fonética y otra ideográfica. Champollion, había cumplido la meta que se había propuesto desde niño. El joven erudito con tan solo 17 años de edad sabía griego, latín, hebreo, árabe, siríaco, arameo y copto, lenguas que él pensaba necesarias para el desciframiento del Jeroglífico. Con el sistema perfeccionado, Champollion se aventuró a usar su método en otras partes de Egipto, el cual funcionó en prácticamente todos los lugares visitados, salvo algunas variaciones en ciertos recintos. Este gran suceso abrió la puerta a un redescubrimiento de Egipto, y la Piedra de Rosetta fungió como llave para que pudiera lograrse (Vercoutter, 1988, págs. 8-11). En este año 2022, se conmemora el 200 aniversario del desciframiento del Jeroglífico Egipcio.

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